Espiritu de montaña: ESPARATZ Y PEÑA GRANDE DESDE SALINAS DE ORO

Damos la despedida al año realizando una carrerita circular y ascendiendo dos modestas cumbres del cordal de la sierra de Esparatz. La máxima cota de este cordal montañoso, situado a medio camino entre Pamplona y Estella, es el propio Esparatz al que subimos en primer lugar.

Aparcamos en el mismo pueblo de Salinas de Oro (Jaitz), en el margen derecho de la carretera, cerca de una fuente abrevadero. Comenzamos a recorrer los primeros metros por carretera, hasta que cogemos la visible pista (a mitad del pueblo y hacia la izquierda) que desciende y cruza el río por un pequeño puente de piedra. Giraremos a la izquierda y entraremos en el barranco Aranzelai (E). Cruzamos la regata y seguimos por el camino que asciende a Peña Grande, pasando por la escarpada Peña Txikita (Colmillo de Esparatz) que sobresale de la niebla estéticamente y que recuerda al mismísimo Tozal del Mallo. Dejamos a la derecha el camino que sube a Peña Grande y seguimos por el amplio valle hasta alcanzar el visible collado. Desde aquí, por la izquierda, se sale por el bosque de pinos a la cresta terminal y desde allí se sigue hasta la despejada cima (con un característico hito y buzón). La bajada la realizamos por el mismo camino hasta el collado.

Sobresale Peña Txikita

Colmillo de Espartz

Cabezón de Etxauri

Hito de Esparatz

Buenos bancos de niebla

Para subir a la Peña Grande optamos por trepar su cara sur (con pasos de III) llegando de forma directa a la cima. El terreno está bastante roto y hay que tener cuidado ya que se coge bastante altura y exposición. Las vistas desde la cima son espectaculares: cima de Sarbil, Peña Txikita, Esparatz, Embalse Añoz. Comenzamos la bajada por la ruta habitual de subida pasando por el espectacular gendarme de Peña Grande que sobresale de la niebla como una gran pared. Se baja fácil aunque hay que hacerlo con cuidado. Llegamos de nuevo al valle para subir otra vez al collado y bajar hacia Salinas rodeando la Peña. Primero por un buen camino entre los pinos y después por un sistema de pistas arrasadas por las máquinas y el desbroce, llegamos al puente para atravesar el río y llegar de nuevo al pueblo.

Cara rocosa por la que subimos a Peña Grande